Al oficial de policía.

Enfermera:

La señora llegó con las manos sangrando, la limpiamos y aplicamos los medicamentos necesarios, mientras Lolita, la trabajadora social, le preguntaba sus datos familiares. No le respondió nada. Revisamos el bolso que traía. Encontramos su identificación, su nombre es Elena Macías Rojas.

El taxista:

Yo no me di cuenta que la señito tenía sangre, uno anda a las carreras, tantos gente que sube y baja. Ella me pidió que la llevara al hospital General Cárdenas y yo la llevé hasta ahí. No me di cuenta hasta que me pagó los treinta pesos, no vaya a creer que le cobré de más, es que había mucho tráfico y el taxímetro sigue avanzando, le digo, no me di cuenta que tenía las manos llenas de sangre hasta que intentó abrir su cartera.

Una doña:

La señora entró sola, venía toda ensangrentada. Un taxista la dejó, no fue ni para ayudarle, así son esos, nomás le interesaba cobrarle el viaje. Entre la enfermera y otra señora la atendieron, pero quién sabe qué cosa le dijeron que la asustó, la señora ni hablaba, estaba como ida. Después vi que le andaban revisando su bolsa. No se puede confiar ya en nadie.

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